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Los títeres de la Nueva Izquierda - Por Renata Barreto


El filósofo griego Aristóteles elaboro una teoría para explicar el razonamiento y la lógica que se basa en la suposición de que la razón humana puede deducir conclusiones de declaraciones o negaciones anteriores. Si las premisas son ciertas, la conclusión también será cierta. Para que algo sea cierto, por lo tanto, es necesario analizar los argumentos dados y verificar su veracidad y armonía. Los hechos y la lógica, por razones obvias, son los únicos medios racionales para llegar a una conclusión. Desafortunadamente en el mundo de hoy, la lógica es descuidada por aquellos que instan a pertenecer a un grupo y temen su refutación y/o condena. El colectivismo que dominó las escuelas, las universidades, los parlamentos, el periodismo y las redes sociales, se ha vuelto más importante como excusa que como una causa fundamentada. Los izquierdistas dicen: "si una persona negra dice que algo es racismo, entonces lo es". "Si una persona árabe dijo que algo es xenofobia, entonces lo es". "Si una mujer dice que algo es machismo, entonces lo es". "Si un homosexual dice que algo es homofobia, entonces lo es". En otras palabras, no importa la lógica y no importan los hechos, porque los mismos necesitan adaptarse al nuevo tipo de censura progresista: la corrección política de la Nueva Izquierda. Los individuos débiles y sin identidad de hoy en día aceptan la violación de la razón en silencio porque están aterrorizados a ser etiquetados como racistas, xenófobos, sexistas u homofóbicos. Sin embargo, juzgan a los seres pensantes que se atreven a cuestionar las razones de tales etiquetas y son expertos en señalar “virtudes” hipócritas al resto de la población.

Sin darnos cuenta, creamos una generación de mentes robóticas, temerosas y desesperadas por la aceptación, que hacen todo lo posible para adaptarse al colectivismo, suprimiendo cualquier tipo de pensamiento individual. Son personas que no poseen un pensamiento critico, siguen a las masas y repiten las opiniones impuestas desde los medios y la política, pero al mismo tiempo dicen rebelarse contra un sistema y una sociedad que no entienden. Son individuos sin personalidad, abstraídos de cualquier tradición, entrenados para aceptar cualquier dulce progresista que suene a “justicia social”, y esclavos de lo políticamente correcto que los pone en una eterna competencia por la victimización y la autocompasión. SI ESTA GENERACION ES LA QUE LIDERA EL FUTURO, NO HAY FUTURO. HAY CAOS.

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